viernes, 29 de mayo de 2009

Víctimas del móvil


En 2007 se enviaron en España 3.904 millones de "Mensajes Premium"

-Las empresas de contenidos de descargas para el móvil aprovechan el desconcierto legal para captar a sus clientes

-Compañías como Club Zed o Movilisto envían mensajes publicitarios a cobro revertido


Recibo un mensaje al móvil ofreciéndome la descarga de una canción. Al rato recibo un mensaje similar. De nuevo vuelve a sonarme el móvil, otra vez publicidad. Y en dos días mi recarga de diez euros de saldo vuela por arte de magia.
Son cientos los mensajes, conocidos como “mensajes Premium”, que puede recibir cualquier consumidor en su teléfono móvil. Éstos pertenecen a un sector plagado de abusos que facturó más cuatro mil millones de euros en 2007 según la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y cuya regulación sigue pendiente por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio.
Empresas como Club Zed o Movilisto ofrecen continuamente sus servicios de descargas a través de la televisión, la radio e Internet. Lo que el consumidor no sabe son las condiciones (¿o debería decir las consecuencias?) en las que se basan estos servicios para captar a sus clientes. Los precios y el contrato, que en la mayoría de los casos se acepta sin saber al solicitar una descarga, se obvian o
aparecen de forma fugaz en la pantalla del televisor, con una letra minúscula y prácticamente ilegible.
Habló con Joan Marc, un amigo al que de un mes para otro la factura de su móvil aumentó 90 euros: “Me descargué una melodía para el móvil y me pidieron que enviara la palabra “alta” a un número determinado. A partir de entonces comenzaron a llegarme unos diez mensajes de publicidad al día. Cuando a final de mes me llegó la factura me di cuenta de que me cobraban treinta céntimos por cada mensaje que recibía, que estaba pagando tres euros diarios por un servicio que no había pedido ni necesitaba. Resulta que al enviar la palabra “alta” para bajarme la canción estaba aceptando un contrato publicitario a cobro revertido”. Su hermano Albert me dice que a él le enviaron un mensaje en el que se hacían pasar por un conocido suyo. “Me enviaron un mensaje al móvil que decía algo parecido a “Ya que vivimos cerca a ver si quedamos”. Contesté para saber quien era y al poco empecé a recibir publicidad. Cuando me llegó la factura del móvil me di cuenta que había gastado 45 euros enviando mensajes a un número desconocido. Llamé a este número para informarme de qué se trataba y me dijeron que era una empresa de descargas, que todos los mensajes que recibía los estaba pagando yo porque me había dado de alta enviándoles un mensaje anteriormente”. Su testimonio me recuerda a unos mensajes parecidos que circulan por el móvil. “Una persona ha intentado contactar contigo y no ha sido posible” o “Soy Lucía, alegre, simpática, 24 años…”; detrás de los cuales no se esconde ningún admirador sino otra empresa a la que sólo le interesa ganar dinero a costa del “engaño”.
Este tipo de negocios aprovechan el desconcierto legal que existe alrededor de las nuevas tecnologías y de la normativa aún no aprobada por el Gobierno para ocultar información al consumidor, enriquecerse a su costa y ponerle trabas a la hora de darse de baja en el servicio.
Además, las compañías de telefonía móvil no protegen al cliente ante estos casos. Cuando el afectado es consciente del aumento de su factura de móvil y llama a su compañía para informarse, ya sea Movistar, Vodafone… éstas se lavan las manos advirtiéndole de que no pueden bloquear el recibo de esos mensajes. Sólo la amenaza de cambiarme de compañía sirvió en mi caso para que me informaran de dónde venía la publicidad y que tenía que hacer para que dejaran de enviármela.
Me sorprende que un número elevado de alumnos de la Facultad Blanquerna conozcan estos mensajes. En una clase de once personas, cuatro hemos recibido este tipo de publicidad. Meritxell cuenta que tuvo que cambiarse de número porque cuando preguntaba por el problema en las tiendas y a las compañías de telefonía móvil nadie sabía decirle qué era lo que acababa con su saldo y aún menos cómo pararlo.
En un aula de sesenta alumnos el 33% sabe de qué hablo cuando les pregunto sobre el tema. “¡En un mes pagué una factura de sesenta euros de más por culpa de unos mensajes de publicidad
!Y lo primero que hice fue darme de baja en
Movistar porque no recibí ninguna ayuda y no defendieron mis intereses”, me cuenta Javi antes de entrar en clase.
En la Facultad de Empresariales de la UB los alumnos están menos enterados. De treinta personas que hay en el bar sólo cinco conocen este tipo de mensajes. Edgar, mientras hace una cerveza entre clase y clase, me cuenta que resolvió un test de Facebook que comprueba el nivel de coeficiente intelectual. A partir de entonces le comenzaron a llegar mensajes de publicidad al móvil, que en muchas ocasiones ni abría y borraba directamente. Cuando le llegó la factura, ¡sorpresa! Él, que la mayoría de meses no llegaba a gastar ni treinta euros, ahora tenía que pagar setenta. La diferencia eran todos los mensajes de publicidad que le habían enviado sin que diera su consentimiento.
“Yo me registre en una página de Internet para el sorteo de una Playstation3 y cuando me llegó la factura de móvil me habían cobrado treinta euros por todos los mensajes de publicidad que me habían enviado. Cuando llamé para reclamar mi dinero la empresa me dijo que la culpa era mía por no haber leído una letra gris minúscula que especificaba el consentimiento que daba para recibir publicidad si me registraba. Estas empresas actúan rozando la legalidad para que no las puedas pillar.”; me comenta Pol, uno de los estudiantes del Campus Nord que también recibió mensajes de publicidad a cobro revertido. En el bar, siete de veinticinco alumnos conocen un caso parecido al de Pol. Andrea, una de las pocas chicas con las que me cruzo, me cuenta una experiencia parecida: “Mi hermana recibió una llamada al móvil y cuando contestó se le apagó. Al cabo de unas horas el móvil se volvió a encender. Cuando llegó la factura a casa se dio cuenta de que había estado llamando a una línea 902… durante casi tres horas, y recuerdo que ¡cada llamada le costó casi un euro! Todo esto con el móvil apagado y sin contar con el apoyo de Movistar que no le ayudó a reclamar su dinero”.
La Dirección de Consumo del Gobierno Vasco multó en 2008 a empresas como Vodafone, Dada Iberia y Mblox por la falta de consentimiento de los destinatarios para recibir mensajes publicitarios; alegando que el hecho de enviar un mensaje para descargar un contenido para el móvil no puede entenderse como un contrato, y denunciando la falta de información previa a la aceptación de éste.
FACUA-Consumidores en acción denunció el pasado mes de marzo a once compañías de descargas de contenidos para móviles (entre ellas Club Zed, Movilisto y Jamba). La organización exigió que las empresas deben indicar el “precio final completo” de sus servicios; que el “precio debe expresarse de manera clara y perceptible para el usuario, sin que éste necesite realizar ningún esfuerzo para su comprobación” y que las compañías deben facilitar información a los clientes sobre cómo contactar con ellas o darse de baja.
El 31 de enero de 2008 el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio aprobó una normativa para el sector de los”mensajes Premium” con el fin de proteger los derechos de los usuarios. Pero a día de hoy la mayor parte de su contenido todavía no está vigente y cuando éste se apruebe aún habrá que esperar cuatro meses más para que la ley entre en vigor.
Mientras tanto Edgar, el chico de la Facultad de Empresariales de la UB, ha encontrado una pequeña solución al problema: “Tengo alrededor de 350 contactos en el Messenger, y a todos les he enviado un e-mail alertándoles de este tipo de mensajes publicitarios. Además, la intención de mi e-mail es que mis contactos se lo envíen a los suyos para que el mayor número de personas sepa cómo actúa esta gentuza”.

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