
En 1980 la editorial Progrès invitó a Montserrat Roig a Leningrado para que escribiera un libro sobre el bloqueo que sufrió la ciudad rusa durante la ocupación nazi.
De este viaje nació l’Agulla Daurada, una crónica donde la periodista narra la historia de la actual San Petersburgo a partir de sus paseos por los lugares más representativos de la ciudad y de los testimonios de los supervivientes al bloqueo.
El libro está estructurado en tres partes. En la primera Montserrat Roig acaba de llegar a Rusia y cuenta con la única compañía de Nikolai, un intérprete adicto al vodka y a las mujeres que en vez de ayudarle a desarrollar el libro sólo le entorpece. En la segunda parte la editorial decide cambiarle de acompañante, dejando a la escritora sola dos días en Leningrado. Durante esos días visita lugares como la Filarmónica, la casa de Puxkin y Dostoievski… y a través de su mirada rememora las historias pasadas de la ciudad y de sus gentes más célebres; hasta que conoce a Valeri, el intérprete que le acerca y le ayuda a entender a los supervivientes del bloqueo. La tercera parte está formada por las entrevistas que la escritora realiza a aquellos que sobrevivieron los 900 días de horror en la ciudad que el Führer decidió matar de hambre. Es en esta última parte donde el lector descubre la crueldad, la precariedad y la agonía que vivieron los dos millones y medio de personas atrapadas en Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial.
Un ejemplo de ello es la historia de Igor, un niño que presencia como su madre se vuelve loca por culpa del hambre. Valeri le traduce a Montserrat Roig el testimonio de la que fue profesora del niño en El libro del bloqueo: “Jo en tinc la culpa, que estigui així. Vaig perdre la cartilla de racionament. No la jutgi, si us plau”. “L’Igor es va quedar al costat de la seva mare. Al cap d’uns dies vaig saber que el nen havia mort. En aquells temps, fins i tot una mare amb bons sentiments podia convertir-se en una fera.”
A partir de los detalles anecdóticos de su estancia en Leningrado y de las historias humanas de cada uno de los supervivientes, tratados siempre con distancia, la escritora consigue seducir al lector desde la primera página hasta la última. La lectura se vuelve más rápida en los testimonios del bloqueo, los cuales consiguen angustiar al lector y contagiarle su sufrimiento.
En el prólogo del libro, Montserrat Roig afirma que éste es el resultado de la pasión que siente por la ciudad de Leningrado. Y que si consiguiera que alguien compartiera con ella un poco de esa pasión se daría por satisfecha. Eso es lo que la escritora precisamente consigue con L’Agulla Daurada: que el lector se enamore de una ciudad que, en algunos casos, ni siquiera conoce.
De este viaje nació l’Agulla Daurada, una crónica donde la periodista narra la historia de la actual San Petersburgo a partir de sus paseos por los lugares más representativos de la ciudad y de los testimonios de los supervivientes al bloqueo.
El libro está estructurado en tres partes. En la primera Montserrat Roig acaba de llegar a Rusia y cuenta con la única compañía de Nikolai, un intérprete adicto al vodka y a las mujeres que en vez de ayudarle a desarrollar el libro sólo le entorpece. En la segunda parte la editorial decide cambiarle de acompañante, dejando a la escritora sola dos días en Leningrado. Durante esos días visita lugares como la Filarmónica, la casa de Puxkin y Dostoievski… y a través de su mirada rememora las historias pasadas de la ciudad y de sus gentes más célebres; hasta que conoce a Valeri, el intérprete que le acerca y le ayuda a entender a los supervivientes del bloqueo. La tercera parte está formada por las entrevistas que la escritora realiza a aquellos que sobrevivieron los 900 días de horror en la ciudad que el Führer decidió matar de hambre. Es en esta última parte donde el lector descubre la crueldad, la precariedad y la agonía que vivieron los dos millones y medio de personas atrapadas en Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial.
Un ejemplo de ello es la historia de Igor, un niño que presencia como su madre se vuelve loca por culpa del hambre. Valeri le traduce a Montserrat Roig el testimonio de la que fue profesora del niño en El libro del bloqueo: “Jo en tinc la culpa, que estigui així. Vaig perdre la cartilla de racionament. No la jutgi, si us plau”. “L’Igor es va quedar al costat de la seva mare. Al cap d’uns dies vaig saber que el nen havia mort. En aquells temps, fins i tot una mare amb bons sentiments podia convertir-se en una fera.”
A partir de los detalles anecdóticos de su estancia en Leningrado y de las historias humanas de cada uno de los supervivientes, tratados siempre con distancia, la escritora consigue seducir al lector desde la primera página hasta la última. La lectura se vuelve más rápida en los testimonios del bloqueo, los cuales consiguen angustiar al lector y contagiarle su sufrimiento.
En el prólogo del libro, Montserrat Roig afirma que éste es el resultado de la pasión que siente por la ciudad de Leningrado. Y que si consiguiera que alguien compartiera con ella un poco de esa pasión se daría por satisfecha. Eso es lo que la escritora precisamente consigue con L’Agulla Daurada: que el lector se enamore de una ciudad que, en algunos casos, ni siquiera conoce.
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